Aguantando lluvia o sol, hambre y sed, un grupo de más de 500 nicaragüenses, que regresan desempleados de Costa Rica y Panamá, permanecen varados desde hace cinco días en Peñas Blancas, frontera entre Nicaragua y Costa Rica, esperando que el régimen de Daniel Ortega les permita ingresar al país.
La condición impuesta por las autoridades de la Dirección de Migración y Extranjería de Nicaragua es que los nicaragüenses traigan consigo un certificado negativo de covid-19. Sin embargo, los nicaragüenses ya cruzaron desde Costa Rica, y no pueden volver al vecino país, ni tampoco en Nicaragua les dicen cómo se pueden hacer la prueba, que el Gobierno mantiene centralizadas en el Centro Nacional de Diagnóstico y Referencia (CNDR) del Complejo “Conchita Palacios”, en Managua.
La única oferta pública que ha hecho el Ministerio de Salud de Nicaragua es una prueba de covid-19 para quienes necesitan viajar al extranjero, pagando un costo de 150 dólares. Sin embargo, para realizarse esta prueba de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR) deben presentarse en la sede del CNDR a 135 kilómetros de Peñas Blancas. Tampoco el Minsa ha dicho si pueden optar a las pruebas los nicaragüenses que no tienen previsto un viaje, en caso de que alguien tenga condiciones de pagarla.
Una delegación del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca + Impunidad se presentó a Peñas Blancas y constató que “se siguen violentando los derechos de los nicas que buscan retornar al país”. El abogado Gonzalo Carrión señaló que, luego de tener contacto cercano con el grupo de varados, fueron informados que en el lugar se encuentran 564 personas, entre ellos menores de seis años.
CONFIDENCIAL consultó con algunos de los nicaragüenses varados en Peñas Blancas y la cifra de personas que esperan ingresar oscilan entre 460 y más de 500, esta última cifra según la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) que también se presentó al lugar y denunció la presencia de un fuerte grupo de agentes antidisturbios de la Policía del régimen de Ortega del lado de Nicaragua.
Los defensores del Colectivo denunciaron que los nicas aunque están ya en suelo nicaragüense “no los terminan de dejar pasar, es una contradicción que sólo se puede dar en una dictadura… Todo esto es una violación a los derechos humanos de los nicaragüenses”.
Situación inhumana
Yader Valdivia, también defensor de derechos humanos del Colectivo, explicó que la situación en la que se encuentran los nicaragüenses es “inhumana”, pues estos tienen que hacer sus necesidades fisiológicas en un solo sanitario, además, no han podido bañarse, no han podido dormir, han pasado sed y hambre.
Una de las nicas a las que les ha tocado vivir el bloqueo que mantiene el régimen de Ortega en la frontera de Peñas Blancas, es Carolina Murillo, de 23 años, oriunda de Managua. La mujer tiene cuatro días de estar en Peñas Blancas del lado nicaragüense, luego de decidir que volvería al país para ver a su hijo, pues se quedó sin empleo en Costa Rica.
“Tenía siete meses de estar en Costa Rica, llegué como turista al país por tres meses y nos dieron prórroga para quedarnos, y por la misma situación de la pandemia ya me regresé. Voy sola, tomé un bus interlocal que me trajo hasta Peñas Blancas el lunes 20 de julio”, detalla.
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