Fue diagnosticada con cáncer a los trece años, le amputaron la pierna y lo venció. Ahora ella estudia, modela y comparte su experiencia de vida para motivar a otras personas en las redes sociales. Esta es su historia de superación:

“Yo recuerdo que cuando estaba en la primaria solo imaginaba grandes cosas para mí cuando fuera grande. Me encantaba correr y me consideraba muy competitiva”, cuenta Jenny Lisseth González Picado.

Sin embargo, todo cambió a los trece años. Jenny empezó con un dolor en las rodillas que pensó sería pasajero y al narrar su experiencia todavía se le corta la voz porque sin querer y sin todavía saber se convirtió en un símbolo de lucha.

Narra que con su mamá acudía al hospital de Jinotega y se limitaban a decirle que el dolor era producido por el estiramiento de tendones, luego pasaría a los dolores intensos sin todavía tener un diagnostico claro de que ocurría. “Eran dolores que no me dejaban dormir y yo me sobaba creyendo que había hecho algún mal movimiento y no nos daban ninguna respuesta”, recordó.

“Los dolores no se me calmaban con nada y yo jamás, me imaginé que iba a pasar por un duro proceso y que tenía un cáncer”, relató Jenny al mismo tiempo que baja la voz cuando llega a la última palabra “cáncer”.

Jenny destaca la valentía de su madre, quien siendo de bajos recursos sacrificó todo lo que estuvo a su alcance para llevarla a ver distintos médicos privados. “Eran más las malas noticias que le llegaban y en una ocasión tomé sus manos y le di las gracias por todo y que no estuviera triste, pero ella sabía que Dios me iba a sanar y siempre oraba por mí”, recordó.

Fue un médico leonés quien le dijo por primera vez que ella tenía un osteocondroma, es decir un tumor no cancerígeno y se ofreció a operarla, pero su familia no pudo costear los servicios privados. “No sé si él sabía, pero él quería que me atendieran en el hospital de Jinotega y fue muy difícil conseguir la cita”, contó.

Tanto para Jenny como para su familia su refugio fue su fe y estando en la iglesia unos hermanos le ayudaron a agilizar para su cirugía que le extirparía el tumor “benigno” y volver a su “vida normal”.

“No volví a caminar”

Jenny dice que al final la cirugía no se efectuó y los médicos solo se limitaron a tomar muestras, un proceso que le tomó un mes y en ese tiempo recuerda que “yo no volví a caminar ni volví a ser la misma” porque ya no pudo volver a doblar la rodilla y el dolor insoportable.

“A mí directamente no me lo decían los doctores, todo se lo comunicaban a mi mamá”, señaló que después de ese mes sin todavía conocer los resultados fue hospitalizada de emergencia y un médico le expresó que sería trasladada a Managua para ser atendida en el Hospital La Mascota.

Todavía esperó 15 días hospitalizada en Managua para recibir el diagnóstico. “La noticia me la dio una psicóloga, fue un poco fuerte, pero bueno así tenía que ser. Me explicó con dibujitos que tenía un agresivo cáncer de hueso llamado “osteosarcoma”.

A su corta edad Jenny sintió que tener cáncer era el fin de su vida. Ni siquiera sabía sobre la enfermedad, pero entendió que era algo negativo, aceptarlo fue la etapa más difícil para ella y su familia. “El cáncer yo lo tenía avanzado, mi hueso estaba por romperse como lo cuentan mis doctores y hubo un momento donde ya la morfina no me quitaba el dolor”, relató.

“Es doloroso recordar todo lo que mi mami pasó y todo el sufrimiento en una lucha conmigo, dejamos mucho tiempo sola a mi hermanita menor y fueron momentos dolorosos para toda la familia”, expresó Jenny con un nudo en la garganta tras hacer una pausa.

“Ya no podía tener el pie”

Jenny se negó por una semana a operarse porque creía que Dios tenía el poder de curar su pie hasta que en un momento de serenidad comprendió que era necesario perder su extremidad inferior para que Dios sanara todo su cuerpo.

Tras la operación emprendió un largo proceso de quimioterapias y luego de recuperación donde se enfrentó al “miembro fantasma” donde ella sentía el pie izquierdo. “Cuando me vi, yo no dije nada solo agradecí a Dios porque ya no tenía el dolor que sentía y siempre fui muy optimista, yo sonreía y ya quería levantarme de la cama”, recordó con un nudo en la garganta y un largo suspiro.

La recuperación le llevó casi dos años y recibió su primera peluca estando en el hospital, perder el cabello no le dio importancia porque había atravesado luchas mayores. “Creo que perder el cabello no fue nada comparado a perder un pie”, reflexionó.

“Hubieron muchos momentos difíciles que estuve entre la vida y la muerte, solo sé que Dios nunca le falta a uno, después empecé a recuperar mi cabello, se miraba bonito, empecé a caminar con mis muletas y fui a fisioterapia para obtener una prótesis”, dijo.

Estudiante de enfermería, modelo e influencer

Jenny ama la vida y disfruta cada día como si fuera el último. Aprendió que hay que vivir la vida sin miedo y que es mejor dejar de quejarse por lo que se tiene o lo que se desea alcanzar, eso sí reconoce que se deben tomar las oportunidades porque “cada persona tiene su propia visión del mundo, pero igual uno tiene que dar su mejor versión de sí mismo, si yo no lucho por mis sueños nadie más lo hará”.

Con 21 años de edad, Jenny cursa tercer año de enfermería en turno sabatino, confiesa que sus frecuentes visitas a los hospitales despertaron en ella el interés de ayudar a otros niños como ella.

Además de ir a la universidad, Jenny modela para tiendas que la buscan para patrocinar sus productos en redes sociales y recientemente empezó a utilizar las redes sociales para transmitir confianza a quienes crean que no pueden lograr sus metas. “Mi propósito es que la gente vea que no me rendí y que me acepto como soy porque no me da pena mostrarme”, afirmó.

Confiesa que no siempre tuvo esa confianza que ahora intenta transmitir a través de la pantalla de quienes la siguen en sus redes sociales. “Al principio, las miradas de la gente por la calle me hacían sentir de menos, pero mi familia siempre me dijo que no prestara atención. Pero han sido años para aceptar las malas miradas por ser diferente por mostrar mi prótesis”.

“Jamás hay que darse por vencido y ese ha sido mi uso en las redes sociales, quiero darme a conocer y así como en las tiendas me han buscado como una modelo diferente, me estoy dando a conocer para recaudar los fondos para mi prótesis que ya se dañó y está algo viejita porque no funciona igual”, expresó.

La batalla por la nueva prótesis

“Para las personas que pueden y tienen el deseo de apoyarme hice pública mi historia y les agradezco a quienes tienen la voluntad de tratar de hacer este segundo sueño realidad, yo estoy empezando en el mundo de las redes y también estoy disponible para quienes me contrate para hacer publicidad porque todo el dinero recaudado es para ahorrar y comprar mi prótesis”, expresó.

Jenny relató que su primera prótesis fue una donación que recibió en el Hospital Aldo Chavarría en Managua, pero después de dos años se le dañó y luego en el 2019 otro donante de Estados Unidos le donó la segunda prótesis gracias a la gestión titánica que hizo su madre para conseguirla y es la que tiene.

“Dios pone personas en el camino y lo hace feliz a uno porque mi prótesis es bonita y con ella hasta he concursado en certámenes de belleza porque realmente soy muy feliz porque el hecho de que yo tenga capacidades diferente no me pone límites y yo hasta no intentar algo no me rindo”, confesó.

Para contactar a Jenny Lisseth González Picado, puede escribirle al número telefónico (505) 8725-4047 o también enviar su donativo a la cuenta bancaria de LaFise 119296227.

Fuente 100% Noticias

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