En canchas de tierra y siempre con el aliento de su familia, la pasión de Erick Callejas Machaca comienza a volar. Pero de una manera diferente, pues la ilusión de este niño de 10 años no es convertirse en una estrella del fútbol, sino en un árbitro FIFA.

A más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, en la ciudad boliviana de El Alto, Erick desarrolla su vocación con una seriedad que sorprende, pues a su corta edad y pequeña estatura, conoce a detalle todas las reglas de juego e impone autoridad en los partidos amateur de su zona. Aun así sabe que no es un camino fácil.

“A veces los jugadores te agreden física y verbalmente. Yo como aún soy niño no me pueden hacer nada, pero ya voy a ir creciendo y tal vez me empiecen a ofender, igual yo tengo que estar firme con mi decisión”, dice Erick mientras observa el inmenso estadio Hernando Siles, escenario de partidos oficiales de la Liga, donde la Voz de América lo acompañó para un entrenamiento.

Aprendió viendo videos de YouTube y con libros que le ofreció su padre, quien es su verdadera inspiración y guía. “Yo comencé a los ocho años, seguía a mi papá a los partidos y lo veía, siempre me gustó el fútbol. También soy arquero, pero me gusta más ser árbitro”, cuenta Erick.

Orgullo de sus padres

Su padre, Ramiro Callejas, no esconde la emoción de que siga sus pasos y espera que pueda llegar muy lejos porque ve mucho potencial en él.

“Nosotros no hemos sido capacitados en una escuela o en un colegiado de árbitros. Yo soy árbitro empírico y con el poco conocimiento que tengo le he inculcado a mi hijo, y no quiero que se quede así como yo, quiero que sea un árbitro reconocido”.

Aunque en la cancha parece imbatible, su madre María Elena Machaca confiesa que en su hogar es muy diferente. “Es como cualquier niño, muy tierno y responsable con sus cosas. Pero cuando lo veo en la cancha se convierte en otra persona, toma muy en serio su trabajo”.

Sus padres lo apoyan cien por ciento, pero también están conscientes de que el camino que escogió será complicado, por el nivel de capacitación que exige y por todo lo que pasa en el campo de juego. “El árbitro es ídolo de nadie, culpable de todo”, dice entre risas, Ramiro Callejas.

Muchos sueños

Es imposible que pase inadvertido en un partido de fútbol, es el árbitro más joven del país y quienes han tenido la suerte de compartir la cancha con él hablan de su capacidad y seriedad para dirigir un encuentro.

Suena su silbato con fuerza, levanta los banderines, saca sin dudar las tarjetas amarillas o la temible roja. Parece haber nacido para ser árbitro.

Todo su esfuerzo ahora está en seguir aprendiendo y ganar experiencia en el fútbol boliviano, pero Erick sueña en grande.

“Un día quisiera arbitrar en un Mundial, la Copa América, la Copa Libertadores, la Champions. Quisiera representar a Bolivia y si hay una oportunidad para ir al extranjero, me voy para seguir capacitándome”, concluye.

Fuente VOA

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