De forma clara y firme, la jerarquía de la Iglesia Católica y la mayoría de los sacerdotes, obispos y curas de parroquias, rechazaron la oferta policial de “protección” a templos y propiedades del clero.
El propio cardenal Leopoldo Brenes confirmó al portal Portavoz Ciudadano, la oferta de la sancionada institución.
También el acercamiento de secretarios políticos del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y organizaciones comunitarias del régimen, conocidas como CPC (Consejos del Poder Ciudadano).
“Me dijeron que su interés es ofrecer seguridad y buenos servicios para evitar profanación y vandalismo contra la Iglesia”, dijo Brenes.
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Feligresía vigilante
“Si nos han ofrecido, pero nosotros hemos dicho que nuestros fieles cuidan nuestros templos y parroquias y así como ellos, hay otros que se han ofrecido, pero a como te digo, nuestra gente cuida a su iglesia”, sostuvo el Arzobispo de Managua.
De igual modo el vicario general de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Carlos Avilés, confirmó el ofrecimiento del régimen para resguardar las parroquias con policías y civiles sandinistas, pero que ellos han rechazado.
“Han visitado todas las parroquias, donde han expresado que están a la orden que si hemos recibido amenazas y que están a la orden por cualquier cosa. Acá vino a la parroquia la policía, pero yo no estaba”, aseguro monseñor Avilés.
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Clero rechaza asedio policial
El religioso dijo que si la policía o el gobierno tienen algún plan de trabajo hacia la iglesia “lo deben proponer a los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua”.
Otros sacerdotes y obispos, rechazaron tajantemente la propuesta, aduciendo que la citada protección no es más que el asedio, persecución y acoso contra sacerdotes, feligreses y símbolos de la Iglesia Católica, que el régimen viene realizando desde abril de 2018.
Las relaciones entre la Iglesia y el gobierno se han mantenido tensas desde que la Arquidiócesis de Managua calificó como un acto terrorista el incendio en la Catedral de Managua el pasado 31 de julio.
Ese día se calcinó una imagen de la Sangre de Cristo de 382 años de antigüedad en la capilla de la Catedral.
La policía sandinista alegó que se trató de un incendio accidental, pero la Iglesia sostuvo que fue un acto terrorista y así lo condenó el papa Francisco desde el Vaticano.