Tener familiares con capacidades diferentes la motivaron a emprender un objetivo humanitario en solitario: mejorar las condiciones de las personas con discapacidad en Laguna de Perlas, donde aproximadamente seiscientas personas sufren deficiencias intelectuales y motrices
Ligia Peralta trabaja con una cifra que pasa desapercibida por completo en Nicaragua: Que en Laguna de Perlas existen alrededor de seiscientos lugareños con discapacidad. Muchas de esas personas, sumidas en la pobreza tienen serias limitaciones a diario y oportunidades reducidas, dice Peralta, una joven que desde los 12 años asumió la labor de defender a discapacitados en este pequeño municipio caribeño.
Hoy, Ligia tiene 32 años y se ha vuelto un referente en Laguna de Perlas. Tener varios familiares con discapacidad fue uno de los motivos que impulsaron a la joven a ser defensora de niños, niñas, adolescentes y adultos que tienen alguna discapacidad de nacimiento o bien por situaciones de la vida.
Otro factor que la impulsó fue participar en un programa radial local de nombre “Alfa y Omega”, al que llegaban como participantes varios pequeños con discapacidad que exponían al aire sus necesidades. El programa le despertó mucha empatía a Ligia, dado que su tío (ya fallecido) tenía deficiencia intelectual y otra de sus tías, discapacidad motora.
Trabajando, básicamente sin recursos y con solidaridad de los locales, Ligia fundó en Laguna de Perlas un capítulo de la Federación de Organización de Personas con Discapacidad (Feconori) y otro de la organización Los Pipitos, oenegés que trabajan en pro de los derechos de las personas con discapacidad.
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La defensora entendió muy pronto que una de las principales necesidades del sector con discapacidad era la promoción de sus derechos y la motivación. “Procurar una inclusión en la sociedad y, para tal afecto, deben de estar empoderados, exigir los espacios que por ley les corresponden, sin estar aislados por la discriminación de la sociedad. La familia en su totalidad debe de estar muy consciente de que las personas con discapacidad, al igual que el resto de ciudadanos son sujetos de derechos y obligaciones, según la Constitución Política de Nicaragua y la Ley de los Derechos de las Personas con Discapacidad (Ley 763)”, dice Ligia con entusiasmo.
En el 2013 a través del Programa “Todos con Voz”, los directivos de Feconori y Los Pipitos lograron afiliar a 73 personas con discapacidad en Laguna de Perlas, un logro del que fue parte Ligia. “Eso me llenó mucho, porque a través del carnet se obtienen ciertos beneficios por parte del programa”, relata la joven.
La discapacidad motora es una de las principales afectaciones que padecen los habitantes del municipio, seguido de la intelectual. Los discapacitados de primera infancia son con quienes más trabaja Ligia. Lo hace basado en la empatía, pues al ser madre de tres niñas, el amor maternal se extiende a los otros pequeños con discapacidad.
“Se necesita mayor inclusión”
Ligia considera que en su municipio se tiene que seguir trabajando “arduamente” en la inclusión del sector de la discapacidad, porque uno de los problemas es que no todos los padres de familia sacan a sus hijos e hijas a los diferentes espacios, ya sea a clases, misa o centros de recreación.
“Eso es clave, porque ellos dependen del empoderamiento de la familia. Que de entrada conozcan el derecho de sus niños y niñas. Sin embargo, algunos docentes no tienen la preparación para atender al estudiantado con discapacidad. Eso significa que esa persona deja de ir a la escuela”, lamentó la defensora.
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El Ministerio de Educación a estas alturas no ha priorizado las condiciones y los requerimientos que precisan los alumnos y alumnas con discapacidad, para recibir clases sin ningún tipo de barrera y así propiciar la inclusión educativa.
La organización Los Pipitos es una de las pocas que brega en Nicaragua y Ligia es la responsable en Laguna de Perlas. Promueven actividades para que las personas con discapacidad puedan tener espacios de terapia y esparcimiento. “Hacemos hidroterapias, vamos al parque con los niños y niñas con el apoyo de sus padres y de ese modo contribuimos en su desarrollo”, relata.
Autoridades con poco interés
El acceso a Laguna de Perlas es complicado. Las calles están en mal estado y en otros trechos con costo se asoma una trocha. Esto resulta tedioso para quienes tienen discapacidad motora, pues no pueden salir en sus sillas de ruedas. Ligia ha expuesto esa problemática en los cabildos de la Alcaldía. Aunque su voz es solitaria, logró la construcción de rampas y reparación de ciertas calles, pero todavía falta más.
Ligia ha insistido en mejorar la atención en salud de las personas con discapacidad. Sobre todo, que el Ministerio de Salud muestre calidad e interés en atender con mayor eficiencia a las personas especiales. “Que les informen de las áreas con las que cuentan y el procedimiento para llegar a ellas”, demanda.
En el ámbito laboral muy pocos tienen la oportunidad de una plaza de trabajo. La inclusión está lejos en Laguna de Perlas. “Los trabajos que hay para las personas con discapacidad son para las mujeres como domésticas, en panaderías y trabajos informales. De las seiscientas personas que son nuestra población con discapacidad, sólo cuatro están en instituciones”, dice Peralta.
Se buscan más defensores en Laguna de Perlas
Asegura que su mayor aporte con el gremio de la discapacidad es encaminarlos a conocer sus derechos, el empoderamiento de las familias para que trabajen con sus hijos en sus hogares, impartir talleres y promover convivios sanos.
“Me siento muy agradecida con Dios por permitirme la oportunidad de contribuir con ellos, porque son mi familia. Quiero que todos sepan que son capaces de hacer cualquier cosa que se propongan”, dice Ligia, cuyo sueño es lograr la construcción de una casa municipal para las personas con discapacidad. “Por eso constantemente voy a las sesiones del Consejo Municipal para recordarles que necesitamos la vivienda. Eso puede que me haga ver como obstinada, pero no voy a parar, porque es una necesidad y no podemos hablar de desarrollo si no hay inclusión”, plantea Ligia.