Más de dos millones de migrantes fueron detenidos en la frontera entre Estados Unidos y México en el último año, una cifra récord que preocupa políticamente a la administración de Biden.
Según las nuevas cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), la cifra de 2,15 millones de detenciones representa un aumento del 24 % con respecto al año anterior.
Las estadísticas muestran que el número de migrantes de Venezuela, Nicaragua y Cuba aumentó dramáticamente, mientras que el número de aquellos provenientes de México y el Triángulo Norte de América Central -El Salvador, Guatemala y Honduras-, disminuyó.
En un comunicado, el comisionado de la CBP, Chris Magnus, dijo que los “regímenes comunistas fallidos” estaban “impulsando una nueva ola de migración” en la frontera.
Los expertos señalan otras razones que pueden explicar el aumento, incluida una gran cantidad de cruces repetidos y problemas económicos persistentes relacionados con la pandemia en América Latina.
Muertos, desplazados, oscuridad y destrozos es el devastador balance del paso del huracán Fiona por Puerto Rico y República Dominicana este fin de semana.
Con vientos que alcanzaron los 140kph, Fiona causó serios daños en la isla de Puerto Rico, donde toda la red de suministro de energía colapsó debido a que las fuertes corrientes destruyeron parte de la infraestructura instalada en el territorio.
El servicio de acueducto también se encuentra interrumpido.
Las autoridades han reportado la muerte de al menos cuatro personas en distintos puntos de la isla.
Pero lo que preocupa ahora a las autoridades, de acuerdo a varios reportes locales, es que aunque Fiona ya dejó esta isla, las lluvia no se detienen, lo que podría producir mayores inundaciones y deslizamientos de tierra.
Cuando los gobiernos en América Latina han intentado disminuir el subsidio a la gasolina, las calles se han llenado de manifestantes que protestan contra el aumento del precio del combustible.
Así lo han experimentado este año países como Ecuador, Panamá y Perú, que, en medio de la ola inflacionaria que recorre el mundo, han enfrentado una dura oposición cuando se pone sobre la mesa aumentar los precios a productos como la gasolina o el diésel.
Y pese a que conlleva un fuerte riesgo político, recientemente el presidente de Colombia, Gustavo Petro, hizo el anuncio: “A los consumidores de gasolina les decimos que retomaremos la senda de crecimiento de precios, y que el objeto no será más que disminuir el déficit irresponsablemente acumulado”.
Colombia es el tercer país con el precio más bajo de la gasolina después de Venezuela y Bolivia.
El problema, argumenta el gobierno, es que el déficit fiscal es insostenible, por lo cual ha propuesto una ambiciosa reforma tributaria con la que espera aumentar la recaudación y está buscando disminuir el gasto en otras áreas, como por ejemplo, el subsidio a la gasolina, en el contexto de una agenda ambientalista y en medio de una inflación que supera el 10%, la mayor desde 1999.
Fuente BBC News