La rápida expansión de los ataques aéreos israelíes a la Franja de Gaza mató a más de 700 personas en las últimas 24 horas, a medida que instalaciones médicas en todo el territorio se vieron forzadas a cerrar debido a los daños y la falta de electricidad, dijeron funcionarios de salud palestinos el martes.

El aumento del número de muertos provocado por la escalada del bombardeo israelí no tiene precedentes en este conflicto de décadas. Podría presagiar una pérdida de vidas en Gaza aún mayor una vez que la infantería israelí respaldada por los tanques y la artillería inicie la incursión prevista en el territorio con el objetivo de aplastar a Hamás.

Además de los bombardeos, los 2,3 millones de habitantes de Gaza padecen la falta de alimentos, agua y medicamentos desde que Israel selló el territorio tras el devastador ataque del 7 de octubre por milicianos de Hamás a poblaciones del sur de Israel.

El martes, Israel dijo que lanzó 400 ataques aéreos en las últimas 24 horas que mataron a comandantes de Hamás y a los milicianos que se aprestaban a lanzar cohetes y alcanzaron centros de mando y un túnel de la milicia. El día anterior, Israel informó de 320 ataques. Testigos y funcionarios de salud dijeron que muchas bombas destruyeron edificios residenciales, incluso en el sur de Gaza, donde Israel dijo a los civiles que buscaran refugio.

Un ataque nocturno alcanzó un edificio residencial en la ciudad sureña de Jan Yunis, mató al menos a 33 personas e hirió a decenas más, según los sobrevivientes.

Entre los muertos había 13 miembros de la familia Saqallah, dijo Ammar al-Butta, un pariente que sobrevivió. Dijo que había un centenar de personas allí, muchas de las cuales habían llegado de Ciudad Gaza, que Israel ordenó a los civiles que evacuaran.

“Estaban refugiados en nuestra casa porque pensamos que nuestra zona sería segura”, dijo. “Pero, aparentemente, no hay lugar seguro en Gaza”.

Otro ataque, que alcanzó un concurrido mercado en el campo de refugiados de Nuseirat en el centro de la franja, mató a varias personas e hirió a decenas, dijeron testigos.

Los hombres atacaban el hormigón con mazos y removían los escombros con las manos para salvar a quien pudieran, o al menos recuperar los cuerpos de los que compraban carne y verduras cuando se produjo la explosión.

Un hombre enterrado en escombros hasta el pecho miraba con ojos suplicantes a los rescatistas, la cara cubierta de polvo. Le colocaron una máscara de oxígeno durante los 15 minutos que les tomó desenterrarlo.

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El Ministerio de Salud de Gaza, manejado por Hamás, dijo que los ataques de las últimas 24 horas mataron al menos a 704 personas, entre ellas 305 niños y 173 mujeres. Más de 5.700 palestinos han muerto en la guerra, de los cuales unos 2.300 eran menores, dijo el ministerio sin dar más detalles. La cifra incluye el saldo de la explosión en un hospital la semana pasada, cuya causa está en disputa.

La mayoría de los palestinos muertos desde el 7 de octubre estaban en las zonas del norte y centro del enclave que Israel les había dicho que debían evacuar, dijo el ministerio.

En Israel han muerto más de 1.400 personas, principalmente civiles durante el ataque inicial de Hamás.

En Gaza, mientras aumentaba la cifra de muertos, disminuían las instalaciones para atender a los heridos. Un total de 46 de las 72 instalaciones de primeros auxilios y 12 de 35 hospitales han dejado de funcionar, según la Organización Mundial de la Salud. Funcionarios de salud palestinos dijeron que muchas cerraron debido a la falta de electricidad y de combustibles para los generadores provocada por el bloque israelí, además de los bombardeos, obligaron a los cierres.

Los cinco hospitales principales de la franja estaban colmados, dijo la OMS.

Israel ha permitido el ingreso de unos pocos camiones con ayuda humanitaria, pero no con combustibles.

Dada la enorme cantidad de muertos, resulta difícil enterrarlos a todos. Los cementerios se ven forzados a reabrir tumbas antiguas y enterrar hasta cinco cuerpos en cada una.

“Llegan cientos de cuerpos cada día. Usamos hasta el último centímetro en los cementerios”, dijo Abdel Rahman Mohamed, un voluntario que ayuda a transportar cadáveres al cementerio principal de Jan Yunis. “Algunos cuerpos llegan despedazados en bolsas. Es horrible”.

AP

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