Agua, comida, candelas, lámparas, medicinas y sábanas era lo necesario para correr a refugiarse en los albergues ante la furia del huracán Joan, que tocaba suelo nicaragüense en la zona costera, con vientos máximos sostenidos de 217 kilómetros por hora, en la máxima categoría 5 de la escala de Saffir-Simpson.
La ciudad entonces se alzaba en el tradicional estilo de tambo, es decir, casas armadas sobre pilares sobre la superficie, de madera y cinc.
Su impacto devastó todo a su paso. Cientos de kilómetros cuadrados fueron inundados por el desborde los ríos Siquia y Mico, al punto de dejar incomunicadas a las comunidades aledañas.
El 22 de octubre de 1988, un sábado, fue el día que no podrán olvidar aquellos que quedaron en la calle.
“Mi casita era de tambo, yo dejé todo, preparé bolsas quintaleras, cubrí todo, alisté comida y me fui al refugio como a las 06:30 de la tarde y dejé mi casita cerrada”, recuerda Doña Rosa con mucha melancolía.
Como resultado de los fuertes vientos, la lluvia y las inundaciones, el huracán Joan cobró la vida de 148 personas, con 100 desaparecidos y 184 heridos según datos en el primer conteo.
“A las 09:00 de la noche se cayó el gimnasio del Colón y fue un desastre, terrible…. el huracán se llevo todos los zincs, quedamos en el aire…”, sigue relatando doña Rosa.
El amanecer del 23 de octubre, de este trágico paso del fenómeno, fue irreconocible para todos, se podía observar una planicie, llena de escombros, animales muertos, desalación y mucha tristeza.
Lo más triste que recuerda doña Rosa es que se había quedado sin nada, con sus pequeños hijos a la intemperie.
Diez años tardó Bluefields en recuperarse
Martillos y clavos era tan necesarios para reconstruir cada una de las humildes viviendas que habían caído al suelo por los vientos del huracán.
“Solo se escuchaban a familias enteras clavando antes del huracán y luego y buscando entre los escombros sus pertenencias”, dice un morador de Bluefields que vivió aquella tragedia.
Negocios, centros recreativos, bancos, escuelas e iglesias totalmente destruidas. La reactivación de la economía era un segundo aspecto. Lo primordial era solventar necesidades básicas, alimentación y techo para más de 4000 familias que habían perdido sus viviendas.
“Hasta los nueve o diez años después, Bluefields se recuperó”, afirma Rosa.
El huracán atravesó Nicaragua ingresando por el Caribe Sur. Se adentró por el lago y afectó Managua, León, Rivas y Carazo, con menos intensidad, pero provocando daños, inundando poblados, derribando árboles y levantando techos.