Entre los productos más buscados por personas que realizan ejercicio se encuentra la proteína en polvo.
La proteína es un componente importante para los músculos, el cabello, la piel y las uñas. Los polvos son formas deshidratadas de fuentes como la leche, la soja o las plantas. Por lo general, se mezclan con agua u otras bebidas, o se pueden agregar a los alimentos para aumentar el contenido de proteínas.
Los batidos proteicos se presentan como una alternativa para quienes le domina la obsesión por tonificar el cuerpo.
En algunos casos, la obsesión por llegar a lucir una figura tonificada lleva a las personas a duplicar los esfuerzos y horas de trabajo en los centros de entrenamiento. Y en pos de acelerar esa búsqueda de resultados deseados, muchos deciden sumar “ayudas” desde la alimentación.
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Entre los beneficios que aporta son: acelera el metabolismo, favorece el descenso de peso y fomenta el desarrollo de masa muscular. Además, controla el apetito, fortalece el sistema inmunológico, incrementa los niveles de serotonina y disminuye la ansiedad. Y es óptimo para consumir antes (al menos 30 minutos) y después de los entrenamientos porque repara y protege el tejido muscular.
El problema surge entonces cuando se altera el régimen alimentario. Hay gente que, con la intención de lograr un cuerpo perfecto, tiende a consumir el suplemento proteico desmedidamente y sin el asesoramiento profesional.
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Entre las posibles consecuencias de una ingesta en exceso: la aparición de acné, naúseas, fatiga, dolores de cabeza, la inflamación abdominal y la excreción de calcio, provocando debilidad ósea (osteoporosis).
A modo de conclusión, el consumo sin la orientación de un profesional puede entorpecer la resistencia y el rendimiento atlético mediante la deshidratación y la pérdida de minerales esenciales.
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